¿Qué IA vale la pena pagar?
- Daniel Villarreal
- hace 2 días
- 6 Min. de lectura

La pregunta equivocada que revela la respuesta correcta
En cada taller que facilito, sin falta, alguien levanta la mano y pregunta: "Daniel, ¿cuál de estas inteligencias artificiales vale la pena pagar?"
Es una pregunta legítima. Los ejecutivos están acostumbrados a evaluar inversiones, calcular retornos y tomar decisiones financieras fundamentadas. Pero esta pregunta, aunque válida, nos lleva por el camino equivocado.
Porque la verdadera pregunta no es cuál IA vale la pena pagar. La pregunta real es: ¿Cuál de estas herramientas usarás realmente?
El error de pensar en costo antes que en uso
Hace algunos meses, un director general de una empresa manufacturera en Monterrey me compartió su frustración. Había suscrito su empresa a tres plataformas de IA diferentes después de asistir a una conferencia. Inversión total: más de 2,000 dólares al mes.
Tres meses después, solo dos personas en toda la organización las usaban regularmente. Él no era una de ellas.
No fue un problema de presupuesto. Fue un problema de adopción.
La historia se repite constantemente. Compramos herramientas antes de entender cómo se integran en nuestro trabajo diario. Pagamos suscripciones que nunca cancelamos pero que tampoco usamos. Acumulamos accesos que se convierten en recordatorios mensuales de buenas intenciones no cumplidas.
Los tres tipos de usuarios de IA en las empresas
En mis años facilitando talleres, he identificado tres perfiles recurrentes cuando hablamos de adopción de inteligencia artificial:
El Escéptico Selectivo es quien asiste al taller con los brazos cruzados. No porque rechace la tecnología, sino porque ya ha visto muchas modas pasar. Este ejecutivo no invierte hasta tener absoluta certeza. El problema es que esa certeza nunca llega si no experimenta primero. Termina siendo el último en adoptar, cuando su competencia ya lleva meses de ventaja.
El Coleccionista Ansioso es el polo opuesto. Suscribe a todo, prueba todo, habla de todo. Tiene acceso a siete plataformas diferentes de IA pero no domina ninguna. Su inbox está lleno de correos de bienvenida y su tarjeta de crédito tiene ocho cargos mensuales por servicios que apenas recuerda. Confunde acumulación con adopción.
El Integrador Estratégico es quien pregunta diferente. No pregunta "¿qué hay disponible?" sino "¿qué necesito resolver?". Elige una, máximo dos herramientas. Las domina. Las integra en su flujo de trabajo hasta que se vuelven invisibles. No tiene la colección más grande, pero tiene el impacto más profundo.
La pregunta es: ¿cuál de estos tres eres tú?
La métrica que importa: frecuencia, no funcionalidad
Cuando me preguntan qué IA vale la pena pagar, respondo con otra pregunta: "¿Cuál de las herramientas que aprendiste a usar hoy crees que utilizarás al menos un par de veces al día?"
La respuesta a esa pregunta es tu inversión correcta.
No importa si una plataforma tiene 500 funciones si solo usarás tres. No importa si es la más avanzada del mercado si no se ajusta a tu flujo de trabajo. Y definitivamente no importa si todos hablan de ella si tú no la necesitas.
En mis talleres, he visto cómo un CEO encuentra valor extraordinario en una herramienta que su director de marketing considera irrelevante. Y viceversa. Porque el valor no está en la herramienta. El valor está en la intersección entre lo que la herramienta hace y lo que tú necesitas hacer todos los días.
El framework de las cuatro preguntas
Antes de suscribirte a cualquier plataforma de inteligencia artificial, hazte estas cuatro preguntas. Son simples, pero brutalmente honestas:
1. ¿Qué problema específico resolverá esto mañana?
No "en general" o "eventualmente". Mañana. Si no puedes nombrar una tarea concreta que harás diferente mañana, espera.
2. ¿Ya tengo un proceso para esto o sería algo completamente nuevo?
Las mejores herramientas mejoran procesos existentes, no crean responsabilidades nuevas. Si estás añadiendo trabajo en lugar de optimizarlo, probablemente no sea el momento.
3. ¿Puedo probar una versión gratuita durante una semana de trabajo real?
La mayoría de plataformas ofrecen pruebas gratuitas. Úsalas. Pero no en modo exploración, en modo trabajo real. Si después de cinco días laborales no la extrañas, no la necesitas.
4. ¿Estoy pagando por capacidad o por miedo a quedarme atrás?
Esta es la más incómoda. Y la más importante. El FOMO (miedo a perderse algo) es el peor consejero de inversión que existe.
El test de las 48 horas
Después de cada taller, propongo un ejercicio simple a los participantes. Lo llamo "el test de las 48 horas".
Durante dos días después de conocer una herramienta de IA, observa tu comportamiento. No te fuerces a usarla. Solo nota si, naturalmente, piensas en ella cuando enfrentas un problema o tarea.
¿Estás redactando un correo importante y piensas "esto sería más claro si lo pasara por IA"? Esa es una señal.
¿Necesitas analizar datos y tu primer impulso es abrir esa herramienta? Esa es otra señal.
¿Pasaron 48 horas y ni siquiera recordaste que existe? Esa es la señal más importante de todas.
Una directora de recursos humanos de Guadalajara me escribió tres semanas después de un taller. "Daniel", decía su mensaje, "he usado ChatGPT 47 veces desde tu sesión. Nunca pensé que algo se volvería tan indispensable tan rápido". Ella había encontrado su respuesta. No porque yo se la diera, sino porque su trabajo diario se la reveló.
Los errores más costosos (y comunes)
He visto empresas cometer los mismos errores una y otra vez. Estos son los tres más caros:
Error 1: Comprar para el equipo antes de usarlo tú mismo.
Un director de operaciones me contactó frustrado porque había comprado 20 licencias de una plataforma de IA para su equipo. Nadie la usaba. Cuando le pregunté cuánto tiempo él mismo la había usado antes de comprar, la respuesta fue reveladora: "Ninguno. Vi una demo y me pareció buena idea".
Las demos venden posibilidades. El uso real revela limitaciones. Prueba primero, escala después.
Error 2: Buscar la herramienta "todo en uno" perfecta.
No existe. Cada plataforma tiene fortalezas específicas. Intentar encontrar una que haga todo perfectamente es como buscar un empleado que sea excelente en ventas, finanzas, marketing y operaciones simultáneamente. Es mejor tener dos herramientas especializadas que usas constantemente que una generalista que usas ocasionalmente.
Error 3: Confundir suscripción con implementación.
Pagar es el paso más fácil. Implementar es donde ocurre el valor. Una CFO de Ciudad de México me compartió que su empresa gastó 15,000 dólares en suscripciones anuales de IA, pero cero pesos en capacitación. Seis meses después, el retorno era inexistente. No porque las herramientas fueran malas, sino porque nadie sabía usarlas correctamente.
La inversión no es el precio, es el hábito
Las mejores herramientas son aquellas que desaparecen en tu flujo de trabajo. No las que añaden pasos, sino las que eliminan fricción. No las que te hacen pensar "debería usar esto", sino las que te hacen pensar "no puedo trabajar sin esto".
Un director financiero de una empresa de logística me confesó que había cancelado cuatro suscripciones de IA después de nuestro taller. "Me di cuenta", explicó, "que estaba pagando por el miedo de quedarme atrás, no por herramientas que realmente necesitaba". En su lugar, invirtió en una sola plataforma que ahora usa 15 veces al día para automatizar reportes y análisis.
Su productividad no aumentó porque tuviera más herramientas. Aumentó porque tenía la herramienta correcta.
La inversión correcta no es la más cara. Es la más frecuente.
Más allá del precio: el costo de no usarlas
Hay un costo oculto en suscribirse a herramientas que no usamos: el costo de la ilusión. Nos hace sentir que estamos adoptando IA cuando en realidad solo estamos pagando por ella. Son cosas diferentes.
La verdadera adopción no viene con una tarjeta de crédito. Viene con repetición, con integración, con ese momento en que dejas de pensar en la herramienta y simplemente la usas.
Pero también existe el costo inverso: el de no usar nada por miedo a elegir mal. He visto ejecutivos que pasan seis meses "investigando" opciones, comparando características, esperando la claridad perfecta. Mientras tanto, su competencia ya lleva medio año aprendiendo, ajustando y mejorando.
La parálisis por análisis es tan costosa como la compra impulsiva. Quizás más.
La decisión más simple del mundo
Entonces, ¿qué IA vale la pena pagar?
La que usarás mañana. Y pasado mañana. Y el día después de ese.
La que no tendrás que recordar usar porque ya es parte de cómo trabajas.
La que, si desapareciera mañana, te haría sentir que perdiste una extensión de tu capacidad, no solo un servicio.
Tu pregunta no es qué vale la pena pagar. Tu pregunta es qué vale la pena usar.
Responde esa segunda pregunta, y la primera se responde sola.
No necesitas la mejor herramienta del mercado. Necesitas la mejor herramienta para ti. Y esa solo la descubres usándola, no investigándola.
Empieza pequeño. Elige una. Domínala. Cuando se vuelva indispensable, entonces considera la siguiente.
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